Los ecologistas advierten del peligro del tecno optimismo con las energías renovables y demandan un decrecimiento económico ordenado y justo antes de que se produzca el gran desastre al que la humanidad se está encaminando.

El pasado año el calentamiento del planeta alcanzó por primera vez en un año 1,5 grados de aumento de la temperatura global por encima de la era preindustrial, un límite que no debía alcanzarse hasta el año 2100, según los Acuerdos de la cumbre del clima de París. Ya lo hemos hecho. Las consecuencias son que el aumento de las temperaturas está alterando los patrones climáticos y afectando el equilibrio natural, con graves consecuencias para la vida en la Tierra. Este cambio provoca más días calurosos y olas de calor, facilita incendios forestales y aumenta las enfermedades relacionadas con el calor, entre otras cosas.

El panel de expertos de Naciones Unidas alertó sobre la necesidad de eliminar "el uso ilimitado de combustibles fósiles para finales de siglo” para prevenir un cambio climático peligroso. Según ellos, la mayor parte de la electricidad mundial debe provenir de fuentes bajas en carbono para 2050. De lo contrario, advirtieron, el planeta enfrentará daños graves e irreversibles. 

Las energías renovables son fuentes de energía limpias y sostenibles y representan alrededor del 30 % de la generación eléctrica mundial. En España, las energías renovables han experimentado un notable crecimiento en la generación eléctrica. Según estimaciones de Red Eléctrica, en 2024, estas fuentes representaron el 56% del mix eléctrico nacional, superando en más de un 10% la producción del año anterior.

Este incremento se debe principalmente al buen rendimiento de la energía solar fotovoltaica y la eólica, que han alcanzado cifras récord de producción y participación en la estructura de generación. No obstante, la electricidad es sólo el 22% del consumo de energía final, es decir, el 50% de producción renovable del 22% es sólo el 11% del total.

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Tal y como afirma el periodista especializado en clima Juan Bordera desde la televisión independiente La Séquia, “están vendiendo que España puede ser 100% renovable en 2030. Pues no, lo siento, no va a ser 100% renovable en 2030 ni en 2050 ni en 2100”. El periodista se refiere a que estamos viviendo un tecno optimismo que nos impide ver la cruda realidad. 

La ciencia alerta del potencial finito de las renovables

Antonio Turiel, doctor en Física y científico del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) de Barcelona explica en una entrevista para la Universitat Oberta de Catalunya que “el potencial máximo de producción de energía renovable es finito. Se han dado en la literatura estimaciones descabelladas sobre cuánta energía renovable puede captarse del ambiente.” Antonio Turiel expone que en la actualidad, las estimaciones son mucho más moderadas, situándose entre cuatro veces el consumo actual y apenas un 40 % del consumo presente. 

Las grandes instalaciones de captación de flujos renovables para la producción de electricidad dependen de materiales escasos. Turiel afirma que en el planeta no hay suficiente litio, cobalto, níquel, manganeso, plata, neodimio ni cobre para permitir el despliegue masivo que se busca. Además, antes de que estos recursos se agoten por completo, la extracción minera alcanzaría su punto máximo y comenzaría a declinar, lo que no solo alargaría el proceso de agotamiento, sino que también complicaría la transición al extenderla en el tiempo”.

Por otro lado, Turiel también señala que las renovables “dependen de los combustibles fósiles”. Hasta el momento, ningún sistema renovable ha completado su ciclo de vida utilizando únicamente energía renovable. En cada etapa del proceso —desde la extracción y transporte de materiales, la fabricación de componentes, su instalación, mantenimiento y eventual desmantelamiento— se siguen empleando combustibles fósiles. Ni siquiera sabemos si estos sistemas serían viables si su ciclo completo dependiera exclusivamente de energía renovable.

El científico sentencia afirmando que asumimos constantemente que los combustibles fósiles serán reemplazados por un sistema 100 % renovable capaz de generar la misma cantidad de energía o una equivalente en capacidad de transformación, pero esto es altamente cuestionable. Pero además, no es el único. Existe un gran número de asociaciones ecologistas y estudios que defienden la misma tesis.

Esta es la única solución solución viable para la humanidad

Hoy en día podemos contratar la mejor tarifa de luz con procedencia 100% renovable, pero no es garantía de que podamos parar la emergencia climática. Entonces, ¿cuál es la solución? El decrecimiento es una propuesta defendida por ecologistas que plantea reducir de manera planificada el consumo y la producción para vivir de forma más sostenible, priorizando el bienestar social y el equilibrio ecológico. Busca alejarse del modelo económico basado en el crecimiento ilimitado, que agota recursos y contribuye al cambio climático, promoviendo en su lugar estilos de vida más simples, justicia social y una menor dependencia de la explotación del medio ambiente.

"Estamos viviendo una transición eco capitalista, cambiando unas fuentes de energía por otras", explica Irene de Miguel, ingeniera agrónoma, pero “el decrecimiento no es una opción, es algo que se va a dar, pero que debe de ser justo, equilibrado y democrático, donde los más vulnerables no sean los que peor lo pasen.” En este sentido, podemos afirmar que la emergencia climática también es lucha de clases.

Un decrecimiento no planificado puede tener consecuencias económicas y sociales graves, como:

  • Crisis económica profunda: la disminución brusca de la producción y el consumo podría provocar recesión, pérdida masiva de empleos y quiebras de empresas.
  • Desigualdad social: las personas con menos recursos serían las más afectadas, aumentando la pobreza y las desigualdades.
  • Colapso de servicios esenciales: la falta de planificación podría afectar la provisión de servicios básicos como salud, transporte, educación y energía.

Desde Ecologistas en Acción argumentan que los posibles caminos hacia el decrecimiento incluyen estrategias diversas como relocalizar la economía y promover una producción local y sostenible; impulsar la agricultura agroecológica; avanzar hacia la desindustrialización; abandonar el modelo actual de transporte basado en automóviles y aviones; reducir el consumismo y la publicidad; fomentar la desurbanización; establecer salarios máximos; priorizar la conservación y reutilización; potenciar la autoproducción de bienes y servicios; reducir la jornada laboral; promover la austeridad y los intercambios no mercantilizados, entre muchas otras medidas.

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