La movilidad sostenible avanza con paso firme en España. Según el último Barómetro de Movilidad 2025, una clara mayoría de los ciudadanos que planean adquirir un coche durante los próximos doce meses optará por modelos eléctricos. En concreto, un 91% de los futuros compradores asegura que elegirá esta alternativa frente a las opciones tradicionales de combustión, lo que evidencia un cambio profundo en los hábitos de consumo y una mayor conciencia ecológica.
Esta transformación no solo responde a una mayor sensibilidad medioambiental, sino también a factores económicos y tecnológicos. Las políticas públicas de incentivo, la mejora en la autonomía de los vehículos y la proliferación de puntos de recarga están empujando al sector hacia una electrificación generalizada del parque móvil. Y, aunque todavía existen desafíos, como el acceso a infraestructuras o los precios de algunos modelos, lo cierto es que el coche eléctrico ha dejado de ser una opción de nicho para convertirse en la nueva norma.
¿Por qué los españoles eligen lo eléctrico?
Las razones por las que los españoles priorizan el coche eléctrico son múltiples. Una de las más destacadas tiene que ver con la eficiencia energética. Los vehículos eléctricos consumen menos energía que los de combustión, tienen un mantenimiento más económico y, sobre todo, ofrecen una alternativa sostenible frente a la creciente preocupación por el cambio climático. Esta eficiencia también se traduce en ventajas económicas a largo plazo, especialmente si se combinan con hábitos responsables de consumo de energía en el hogar.
El precio de la luz es otro factor que influye en esta decisión. Aunque pueda parecer contradictorio, el uso del coche eléctrico permite gestionar mejor el gasto energético, especialmente si se recarga en horarios de menor demanda, donde las tarifas de luz son más competitivas. En este sentido, cada vez más conductores están familiarizándose con conceptos como el “precio kWh” o los diferentes tramos horarios, aprovechando la información ofrecida por las comercializadoras de luz para optimizar su consumo.
Además, el aumento del número de electrolineras y estaciones de carga, tanto públicas como privadas, está eliminando uno de los principales frenos a la adopción del vehículo eléctrico: la llamada “ansiedad de autonomía”. Las nuevas generaciones de vehículos, junto con mapas interactivos y aplicaciones móviles, permiten planificar rutas sin miedo a quedarse sin batería. Esto hace que la movilidad eléctrica sea cada vez más accesible, incluso en trayectos largos.
Retos y oportunidades del cambio
No todo es optimismo en el horizonte eléctrico. Aunque la intención de compra es alta, aún persisten obstáculos que podrían ralentizar esta transición. El primero tiene que ver con el precio de adquisición de muchos modelos eléctricos, que, aunque ha bajado en los últimos años, sigue siendo más elevado que el de los vehículos tradicionales. Esta diferencia, no obstante, se compensa con un menor consumo de luz y menos costes de mantenimiento a largo plazo.
Otro reto importante es la desigual distribución de infraestructuras de carga en el territorio español. Las grandes ciudades concentran la mayoría de los puntos disponibles, mientras que en zonas rurales o menos densamente pobladas la oferta aún es escasa. Para que el coche eléctrico se consolide como opción mayoritaria, será imprescindible una inversión pública y privada coordinada que garantice la equidad en el acceso a la carga.
Sin embargo, también hay oportunidades claras. El impulso de esta nueva movilidad genera empleo, estimula la innovación y posiciona a España como un mercado estratégico dentro de la industria automotriz europea. A nivel doméstico, la eficiencia energética de los hogares también se está viendo reforzada: muchos usuarios combinan sus coches eléctricos con instalaciones de autoconsumo, como paneles solares, que permiten recargar el vehículo aprovechando la energía del sol, ahorrar en luz y reducir aún más su huella ambiental.
¿Estamos preparados para esta revolución?
La pregunta clave no es si el coche eléctrico va a imponerse, sino si el entorno está listo para recibirlo. Desde el punto de vista técnico, España ha avanzado notablemente, pero aún queda trabajo por hacer. Las comercializadoras de luz juegan un papel clave al ofrecer tarifas adaptadas a las necesidades del vehículo eléctrico y fomentar un uso más eficiente y consciente de la energía.
El consumidor también debe asumir un rol activo. Conocer el precio kWh, adaptar sus hábitos de carga y explorar nuevas formas de movilidad (como el car sharing eléctrico) son acciones que pueden marcar la diferencia. El cambio no sólo es tecnológico, sino cultural. Y todo apunta a que estamos ante una generación dispuesta a liderar esta revolución energética sobre ruedas.
En definitiva, el Barómetro de Movilidad 2025 refleja una sociedad en transformación, donde el coche eléctrico ya no es solo una moda o una alternativa, sino una elección lógica, económica y medioambientalmente responsable. La movilidad del futuro ya está aquí, y es más silenciosa, más limpia y mucho más inteligente.
Comentarios